La adoración de la cruz
Salvo despiste –que no es tan infrecuente–, lo primero que hacemos al entrar en una iglesia es una genuflexión tocando (o intentando tocar) el suelo con la rodilla derecha en dirección al sagrario donde arde la lamparilla de color rojo que indica la presencia de Jesús Sacramentado.
Es un gesto que denota adoración; de hecho, sólo el Cuerpo de Cristo reservado en el tabernáculo merece nuestra genuflexión. Exclusivamente a él. Ni a las imágenes, por mucha devoción que se les tenga, ni a ningún otro elemento arquitectónico del templo podemos dispensarle tal adoración con el lenguaje corporal.
Entonces, –salvo despiste nuevamente– ¿a qué viene hacer una genuflexión cuando se entra en la iglesia el Viernes Santo?. Es la única jornada del año en que no se celebra misa ni se custodia el Cuerpo de Cristo en el sagrario de nuestros templos, que permanece vacío y con la puerta abierta. Y, sin embargo, muchos entran haciendo el gesto reverencial de hincar la rodilla derecha.
¿Quién lo hace bien: el que no se arrodilla porque no descubre la presencia real y verdadera de Cristo en la especie eucarística o quien, tal vez llevado por la inercia, hace una genuflexión al entrar como es costumbre?
Pues en este caso, el fiel despistado lleva razón. Y el Viernes Santo también hay que hacer la reverencia de doblar la rodilla cuando entramos en el templo, pero dirigida no al sagrario sino a la cruz. Porque es el único día del año en que adoramos el madero en que Cristo murió por nuestra redención. Y privilegiamos el árbol donde «estuvo clavada la salvación del mundo» por encima de cualquier objeto o imagen litúrgico.
De hecho, durante el oficio del Viernes Santo, se formará una procesión para adorar la cruz, expresada en un abrazo a un madero desnudo desprovisto de imagen de Cristo para evidenciar que el Señor está muerto en el día más santo del año. En realidad, no es al leño a quien dirigimos nuestra reverencia, sino a quien murió en tan alevoso instrumento de tortura por la salvación de todos nosotros. ¿No es suficiente motivo este para adorar la cruz?