Resulta que no podía faltar en Eurovisión algún espontáneo en busca de su momento de gloria -dentro de un evento con tantos millones de seguidores- buscando llamar la atención, faltar al respeto a la artista, y de paso, a todos los demás espectadores. Eso ocurrió en el pasado festival, cuando un espectador subió al escenario durante la actuación de la ganadora del año anterior y ante toda la audiencia se bajó los pantalones y mostró el culo a la audiencia. Vamos, lo que se dice hacer un calvo.

Y es que en la vida hay que asumir que siempre hay personas dispuestas con sus llamadas de atención a faltar al respeto o incluso a ridiculizar. Por eso hay que valorar la actitud de la ucraniana Jamala, que ni se inmutó, ni se dejó incomodar y continuó con lo que ella sabe hacer que es... cantar. Es quizás un ejemplo para todos en cualquier ámbito de nuestras vidas (amistad, laboral, familiar,...). 

Ojalá seamos capaces de dejar de prestar atención a los comportamientos oportunistas, a los que intentan ridiculizar, a los que quieren restar, a los que tratan de molestar,... y seamos capaces de seguir actuando con la misma convicción y con la misma entereza, sin permitir que el comportamiento de los demás nos haga ser lo que no somos y actuar como no queremos. 

Asumamos por tanto que las distracciones son parte de lo que nos toca vivir y seamos fieles a lo que estamos llamados a SER y a HACER.  De esa manera, quizás minimicemos lo que no merece atención y potenciemos lo que si la tiene.