Qué buena es la capacidad de desear. Hay quien diría que es mejor no aspirar a nada, que así te evitas desengaños e insatisfacción; pero lo cierto es que estamos vivos, y como estamos vivos soñamos, buscamos, anhelamos y encontramos motivos para ir avanzando. Vivimos entre el deseo, la necesidad, la llamada y el encuentro. Queremos amor, justicia, alegría, saber. Queremos caricias, canciones, conquistas, respuestas. Queremos sanación de tantas heridas propias y ajenas. Luz que disipe nuestras sombras, nuestros miedos y nuestras angustias…

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Anhelos
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«Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma está sedienta de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua».

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Hay veces en que la sed -de vida- es cotidiana. Una apetencia normal, que se atiende naturalmente, casi con rutina. Pero otras veces es atroz. Y no encuentro respuesta ni nada que la colme. Entonces me siento peregrino en el desierto. Me pesan los silencios, y anhelo amor. Me vencen las heridas, y quiero humanidad. Me asusta la soledad, y espero encuentro. Me agobia el vacío, y ambiciono sentido. Me atrapa el vértigo de la actividad incensante, y añoro un poco de paz. Me abruma el mundo, y ansío hogar. Me asalta Tu distancia, y llamo: “¡Dios!”.

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- ¿Cuáles son mis anhelos más profundos?
- ¿Qué quiero en la vida?
- ¿Qué me genera más deseo, inquietud, sueño?

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En la mirada


Cuando el instante mismo se diluye
en su propia amargura
y ya no queda
cielo de qué color, nube
a qué rumbo,
toda la pena salta a la mirada,
la incertidumbre salta a la mirada,
la soledad sin nombre a la mirada,
la desnuda tristeza a la mirada,
y el asombro también, todo el asombro,
el cansancio del mundo, la agonía
de no saber por qué ni en qué camino
estamos,
llueve,
llueve
dolor y más dolor en la mirada,
¡qué preguntas sin fin, a qué la vida
para tanto morir, en la mirada!
Se inunda de neblina la mirada
y no encuentra sosiego ni respuesta
a tanto desamor que amarga el mundo.
Y cuando el llanto llena los aljibes,
se deshojan los ojos...
desbordados.


(Antonia Alvarez)

 

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El agua viva
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«Jesús le contestó: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed» (Jn 4)

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Tú das respuestas. Aunque a veces no sea fácil encontrarte. Tú, en rostros e historias. Tú en la cercanía de mi amigo, en mi hermano, en mis padres. Tú en una canción que de golpe me invade y me llena. Tú en poema. Tú en la oración que me zambulle en una buena noticia universal. Tú en el rostro herido que me despierta a la compasión. Tú, el que colma la sed. Y contigo, esos otros “tú” más cotidianos que son para mí hogar, templo y refugio.

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- ¿Qué me colma, aunque sea en algunos momentos en la vida?
- ¿Dios da respuestas en mi vida?

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Mar de encuentro

 

Mar de Dios, mar de encuentro
Mar de fondo que ahoga mis miedos
Mar de vida, no mar de muerte
Mar de Dios, mar de encuentro.
Mar de mares, de azul e inmenso mar de sales
De vida y puerto
Mar de Dios, mar de encuentro, mar de fuego
De fiesta y sueños
Mar de amor, no mar de quiebros
Mar de DIOS, mar de encuentro


(Miguel Ujeda)

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